viernes, 2 de abril de 2010

¿Por qué?

No sabía que estación era exactamente, ni tampoco qué sería lo común por estas fechas, hacía tiempo ya que había perdido la noción del tiempo, y no por capricho, sino por circunstancias que escapaban a mi control. No era capaz de calcular cuanto hacía que llevaba encerrado entre esas cuatro paredes aunque tampoco tuviera mayor importancia que la de una cifra. ¿Cuáles fueron las circunstancias que me llevaron a estar aquí? Aún hoy no sé si las recuerdo, o si no quiero recordarlas, y si e así ¿es fruto de un conflicto interno que no quiere rememorar lo pasado? Al fin y al cabo, es culpa mía el acabar aquí, o eso creía hasta no hace tanto. Decidí encerrarme en mí mismo, excluyéndome de cualquier sentimiento propiamente humano, pensando que sería lo mejor para mí. ¿No era acaso más sano evitar las trifulcas entre amigos, no era mejor evitar el mal trago de querer una pareja? Excluí cualquier sentimiento, y poco a poco perdí aquellos amigos que puede haber hecho en un pasado. Ahora no sé como me siento.

La brisa del viento golpea las persianas que cuelgan de la ventana y este sonido parece sentenciar mi condena, cada golpe es una puñalada fría en mi corazón que me recuerda que yo elegí este camino sin que nadie me aprisionara a ello. ¿Es esto lo que quería? Hoy no soy capaz de salir a la calle. ¿Habrá algo que me motive? ¿Qué hacer cuando pierdes el sentido de tu vida? Por eso evito pensar mientras estoy aquí, entre más utilizo el pensamiento, ese don que tenemos los humanos, más crece en mi interior las ganas de acabar con todo lo que empezó con esto, mi vida. ¿Sería esta la salvación? No estoy seguro, pero quizás quienes lo hayan hecho antes tampoco lo estuvieran y simplemente se dejaron llevar por impulsos.

Siempre supe que pensaba demasiado, sería irónico pensar que, la primera vez que me deje llevar por impulsos fuera para acabar con mi vida y terminar suicidándome colgándome en esta habitación con la corbata que había utilizado para salir aquella última noche donde ya todas esas personas que debí considerar importantes decidieron no aguantar más mi simulada frialdad. No me agrada reflexionar tanto, nunca me ha agradado, pero siempre llego a la conclusión de que no pienso para no ver la verdad, y es que he pretendido ser quien no soy. ¿Para qué mantenerse frío en estos extremos? Ahora no considero otra salida que el fin de todo. Algunos me llamarían melodramático, que hay personas que están peor pero ahora mismo, sólo puedo considerar que he llegado a lo más hondo de mi ser y que eso ha sido la puñalada definitiva que ha vuelto a acompañar una sacudida del viento en las persianas. Quizá la última que escuche antes de que quite la silla debajo de mis pies y deje que mi añorada corbata haga su trabajo final.

Miré a mi derecha y vi la puerta abrirse, y todos mis amigos entraban por ella para evitar que hiciera esta locura. Enseguida abrí los ojos y taché esta ilusión de mi mente, eso no pasaría. Debía dejar de pensar y sólo actuar, y así lo hice en el momento que abandoné cualquier esperanza según iba dejando de sujetarme a aquel taburete donde había comido hace no tanto, cuando al menos me sentía vivo.

1 comentario:

Antonio Sevilla dijo...

:O tus textos son de lo mejor !
Te sigo !