lunes, 10 de octubre de 2011

Y sigo sin entenderlo

Y es que no lo entiendo. De verdad no puedo llegar a entenderlo. A mis 17 años de corta existencia hay ciertos aspectos de la vida que no logro entender y quizá no logre entender jamás. A los 13 un chaval (o una chavala, para evitar que las feminazis me salten al cuello) no se preocupa de otra cosa que de su acné, su aspecto físico, primeras relaciones amorosas y en el caso de los primeros de sus continuas erecciones espontaneas, poluciones nocturnas o aquella primera masturbación. Y esa era nuestra vida, simple, tranquila y con menos preocupaciones que un mono dándole placer a sus posaderas con la única herramienta de sus manos.

Avanzando ya a los 16 años de repente nos comenzamos a preguntar (algunos, otros no se preguntan nada en toda su vida) "¿por qué?" y quizá esta sea la pregunta más importante que podamos hacernos jamás cualquiera de nosotros. El por qué de todo lo que nos rodea. En esta edad nos invade una sensación de protesta, de revolución, un ansia reivinidicativa (aunque en muchas ocasiones no sepamos ni qué queremos reinvidicar) y las ganas de cambiar el mundo, de meternos con el sistema, de intentar despotricar aquello que tenemos cerca con el fin de mejorar nuestras vidas, de dejar claro que el poder reside en el puebo... Bien, ¿dónde quedan esas fuerzas?

Las presiones, la necesidad del trabajo compulsivo para sobrevivir, la importancia capital del capital, nótese la redudancia para darle énfasis, nuestra gran joroba, como diría Nietzsche que nos hace cargar con todo aquello que nos impide caminar rectos, y debajo de todo eso quedaron nuestras fuerzas reivindicativas.

No apoyo las quejas innecesarias, no apoyo ni tan siquiera muchas de las manifestaciones organizadas por sindicatos que han olvidado su significado original para convertirse en pseudo-empresas con la única finalidad de ganar dinero, olvidando su esencia, pero sí apoyo por supuesto la reivindicación de nuestros derechos, de nuestra dignidad, de nuestra soberanía popular como lo más cercano a una democracia a lo que podemos aspirar y sobre todo a que nos dejen de dar POR CULO.

¿No os gusta la expresión, verdad? De hecho es vulgar y malsonante, pero esa es la realidad. No todos los políticos son malos, es cierto. Algunos son malos, otros muy malos, seguidos de los cabrones, los hipócritas sanguijuelas y por último los que portan el VIH en cada palabra que sale por su boca. Por eso necesitamos una concienciación casi utópica para poder decir BASTA. Y como aquellos primeros pasos en nuestra independencia mental en los que algunos se pararon tenemos que preguntarnos el "por qué". ¿Por qué hay una crisis económica?. ¿Por qué los populistas podrían llevar mejor la economía del país que los Socialistas? ¿ Por qué los Socialistas se alejan cada vez más de la izquierda que supuestamente representan? ¿Por qué, señor Zapatero? ¿Por qué, señor Rajoy? ¿Por qué, ignorante con superglú en el sillón? ¿POR QUÉ?

Da igual cuantas veces lo repitamos, da igual cuantas veces se repita y la historia nos enseñe que sin una protesta no hay resultado. Da igual que los del 15M esté compuesto por 5 individuos serios y 500 ignorantes sigue-masas. Da igual, al fin y al cabo el relato se repetirá y nos seguirán bajando las pantalones para seguir dándonos por ano, pues al igual que nosotros esos políticos se quedaron en el camino del aprendizaje y de sus ideales.

Muchos políticos con 16 años quisieron llegar donde están para cambiar el mundo, para hacer de nuestro país un país mejor. Todos perdemos nuestras espectativas por el camino. Todos dejamos atrás nuestras reivindicaciones y algunos hasta nuestros sueños. Todos olvidamos cuáles eran nuestros ideales, gracias al yugo que sujetamos a nuestras espaldas. Todos olvidamos , todos, pero ninguno se digna a mirar atrás dónde quedó aquel chico que quería cambiar el mundo y que lo único que cambió fue sus ideales por otro que no valen una mierda.

Para ustedes, un chaval de 17 años engreído cabreado con el mundo, inútiles.

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